ENTREVISTA A BERNARDO DE O´HIGGINS
¿Cómo
conoció a San Martín?
Conocí
a San Martín en 1814 el 17 de Octubre, cuando yo llegaba a Mendoza
huyendo de Chile y llevaba conmigo a mi madre Doña Isabel y a mi
hermanita Rosita. No llevábamos más ropa que lo puesto y no
teníamos equipaje. Pero el 15 de Octubre recibí un mensaje de él:
“El gobernador de Cuyo les ofrece protección asilo y amistad”.
Había salido el sol del otro lado de los Andes y un abrazo sellaría
nuestro primer encuentro.
¿Cómo
era San Martín?
San
Martín tenía un carácter fuerte, como líder que era, y a la hora
de luchar, daba lo mejor para salir victorioso en cada batalla. Él
era un hombre firme, valiente, generoso, amable y dedicado a sus
objetivos.
¿Qué
cosas tenían en común?
Ambos
nacimos en el año 1778 aunque él era un poco mayor que yo por unos
meses. Tuvimos infancias parecidas, a muy temprana edad nos alistamos
en el ejército. Los dos continuamos nuestros estudios fuera de
nuestros países y tuvimos el dolor profundo de dejar a nuestras
familias y no verlas por mucho tiempo.
¿Cómo
fue cruzar los Andes con San Martín?
El
cruce fue una hazaña extraordinaria que tuve la suerte de compartir
con él. San Martín era obsesivo a la hora de controlarlos recursos y
los elementos con los que contaba y le iban enviando. No dejaba
ningún
número al azar y a pesar
de sus dolencias y enfermedades nunca
perdía
la fuerza y la fe de lograr sus sueños.
Tenía
la costumbre de compensar los malos momentos compartiendo con la
tropa partidas de ajedrez, y canciones que el mismo tocaba con la
guitarra.
Fue
un hombre muy valiente y un gran estratega militar.
¿Cómo
fue la relación entre ustedes?
Nuestra
relación
fue de una gran amistad, construimos una confianza mutua y profunda.
Cada vez que San Martín
se ausentaba de Mendoza me dejaba a cargo del ejército y hasta me
autorizaba a leer sus correspondencia privada. Nuestras familias
también
estaban muy unidas y mantuvimos siempre entre nosotros una
correspondencia permanente. Nunca permitió
que nuestra amistad se viera perturbada. San Martín
me dejó un modelo de solidaridad y amistad por encima de cualquier
dificultad.
¿Cuándo
dejaron de verse?
Nos
despedimos en 1823, los dos presentimos que no nos veríamos más. Nos
dimos un gran abrazo y lloramos. Los dos habríamos sufrido la
ingratitud de nuestros pueblos pero no teníamos rencores.
Él
se fue a Mendoza. Yo más tarde, me iba a ver obligado a renunciar.
Guardo el recuerdo de su amable corazón, su espíritu valiente y el
legado que nos dejó a mí, a mí familia y a los pueblos americanos.
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